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Parshat Shelaj (Números 15:30-31) discute la severa transgresión de la blasfemia, específicamente maldecir el nombre de Di-s: "Y el alma que actúa con mano altiva, sea nativo o forastero, blasfema a Di-s; y esa alma será cortada de entre su pueblo". Rashi explica que "con mano alzada" significa actuar intencionadamente, un acto voluntario de rebelión contra Di-s arraigado en la arrogancia y el desafío, más que un desliz accidental de la lengua. La "palabra" de Di-s crea y sostiene el mundo; despreciar esa palabra es un intento de socavar el fundamento mismo de la existencia y la fuente de todo bien.
Una creencia fundamental para los noájidas es que nuestro universo es una nueva creación. Di-s, el único Creador, formó todo a partir de la nada absoluta antes incluso de que comenzara el tiempo. Cada parte de la existencia, tanto espiritual como física, proviene únicamente de Su verdadero Ser. Di-s es el Gobernante del universo y el Amo de toda la tierra, controlando todo con un poder infinito e ilimitado. El blasfemo actúa desde la ignorancia y el desconocimiento de esta verdad fundamental.
Uno de los Siete Mandamientos Noájidas es la prohibición de blasfemar (maldecir el Nombre). El hecho de que la Torá afirme explícitamente que el castigo se aplica tanto al "nativo como al extranjero" en este contexto pone de relieve la naturaleza universal de esta prohibición. Para los noájidas, reconocer y respetar al Creador es el fundamento mismo de cualquier otro comportamiento moral y ético. Si se desprecia la fuente de toda moralidad y existencia, cualquier otro precepto moral pierde su fundamento último y puede descartarse fácilmente por conveniencia o interés propio.
La prohibición noájida contra la blasfemia garantiza que toda la humanidad reconozca y honre al único D'os verdadero. Este respeto por la voluntad de Hashem es crucial para mantener una sociedad justa y ordenada, ya que implica responsabilidad y reconocimiento de la verdad absoluta.
Piensa en Dios como el patrón perfecto: Él nunca retiene el pago. Cada buena acción y pensamiento positivo, potenciado por la energía vital que recibimos de Él, conlleva una inmensa recompensa. Debido a que Di-s trasciende todo lo físico, no teniendo cuerpo ni forma, Él no puede ser influenciado por ninguna circunstancia física que afectaría a un ser humano. Él es Uno, sin ninguna otra entidad comparable a Él. Por lo tanto, en momentos de crisis global, las plegarias deben dirigirse sólo a Él.
Fuentes: Números 15:30-31. Rambam Fundamentos de la Torá, capítulo 1.
Por el rabino Moshe Bernstein
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