בס "ד

UN PENSAMIENTO SOBRE PARSHAT SHOFTIM 5785

Reinado, deseo y camino hacia adelante

Parashat Shoftim comienza con un tema delicado pero poderoso: el deseo del pueblo de tener un rey. La Torá afirma:

Deuteronomio 17: 

15  en ningún caso pondrás por rey sobre ti al que el SEÑ-R tu D'os elija; a uno de entre tus hermanos pondrás por rey sobre ti; no podrás poner por rey sobre ti a un extranjero que no sea tu hermano.טו  שׂוֹם תָּשִׂים עָלֶיךָ מֶלֶךְ, אֲשֶׁר יִבְחַר ד' אֱלֹקיךָ בּוֹ: מִקֶּרֶב אַחֶיךָ, תָּשִׂים עָלֶיךָ מֶלֶךְ-לֹא תוּכַל לָתֵת עָלֶיךָ אִישׁ נָכְרִי, אֲשֶׁר לֹא-אָחִיךָ הוּא.
16  Sólo que no multiplicará caballos para sí, ni hará volver al pueblo a Egipto, con el fin de multiplicar caballos; pues el SEÑ-R os ha dicho: 'No volveréis más por ese camino'.טז  רַק, לֹא-יַרְבֶּה-לּוֹ סוּסִים, וְלֹא-יָשִׁיב אֶת-הָעָם מִצְרַיְמָה, לְמַעַן הַרְבּוֹת סוּס; וַד', אָמַר לָכֶם, לֹא תֹסִפוּן לָשׁוּב בַּדֶּרֶךְ הַזֶּה, עוֹד.

A primera vista, parece una mitzvah clara: el pueblo de Israel debe nombrar un rey. Sin embargo, más tarde en 1 Samuel 8encontramos un cambio sorprendente. Cuando el pueblo pide al profeta Samuel un rey "como todas las naciones", Samuel se muestra profundamente contrariado. Y Di-s responde:

1 Samuel 8

5 Y le dijeron: 'He aquí, tú eres viejo, y tus hijos no andan en tus caminos; haznos ahora un rey que nos juzgue como a todas las naciones.'ה  וַיֹּאמְרוּ אֵלָיו, הִנֵּה אַתָּה זָקַנְתָּ, וּבָנֶיךָ, לֹא הָלְכוּ בִּדְרָכֶיךָ; עַתָּה, שִׂימָה-לָּנוּ מֶלֶךְ לְשָׁפְטֵנוּ-כְּכָל-הַגּוֹיִם.
6 Pero la cosa desagradó a Samuel, cuando dijeron: 'Danos un rey que nos juzgue'. Y Samuel oró a Jehová.  ו  וַיֵּרַע הַדָּבָר, בְּעֵינֵי שְׁמוּאֵל, כַּאֲשֶׁר אָמְרוּ, תְּנָה-לָּנוּ מֶלֶךְ לְשָׁפְטֵנוּ; וַיִּתְפַּלֵּל שְׁמוּאֵל, אֶל-ד'
7 Y Jehová dijo a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no sea yo rey sobre ellos.ז  וַיֹּאמֶר ד', אֶל-שְׁמוּאֵל, שְׁמַע בְּקוֹל הָעָם, לְכֹל אֲשֶׁר-יֹאמְרוּ אֵלֶיךָ: כִּי לֹא אֹתְךָ מָאָסוּ, כִּי-אֹתִי מָאֲסוּ מִמְּלֹךְ עֲלֵיהֶם

¿Nombrar rey es una orden o una concesión?

Los comentaristas clásicos - Rabenu Bahia, Rambany Maimónides (Rambam) - presentar una visión matizada. Sí, la Torá permite e incluso ordena nombramiento de un rey (Sanedrín 20b; Rambam, Hiljot Melajim 1:1), pero no sin condiciones. Es una concesión al anhelo del pueblo de contar con una estructura y un liderazgo nacionales, siguiendo el modelo de las naciones vecinas.

Sin embargo, Di-s lo deja claro: si si tomas esa ruta, debe ser bajo Mis términos. Sin gobernantes extranjeros. Nada de poder que se glorifica a sí mismo. Y sobre todo:

"No hará que el pueblo regrese a Egipto... porque el Señor te ha dicho: No volverás por ese camino otra vez".
(Deuteronomio 17:16)

Egipto como metáfora

¿Por qué una advertencia tan enérgica? Egipto no es sólo un lugar físico. Simboliza confinamiento espiritualdependencia, materialismo y desconexión de Dios. El rey - y más ampliamente, cualquier "fuerza gobernante" en nuestras vidas - no debe hacernos retroceder a ese lugar.

Rabenu Bahia explica:

"La Torá establece la diferencia entre los reyes israelitas y los gentiles. Un rey judío no debe centrarse en la riqueza, el poder militar o el estatus, sino en la Torá. Es por eso que debe escribir un rollo de la Torá y leer de él todos los días - para inculcar el temor de Di-s y mantenerlo humilde."
(Rabenu Bahia sobre Deuteronomio 17:16:1)

Añade que volver a Egipto representa una regresión a la corrupción espiritual:

"El camino a Egipto es el camino a la decadencia moral y espiritual. El rey debe proteger al pueblo de eso".
(Rabenu Bahia sobre Deuteronomio 17:16:2)

Esto no es sólo simbólico - es también halájicamente una de las 613 mitzvot: la prohibición de volver a Egipto. Esta mitzvá se aplica en todas las circunstancias, incluida la obligación del rey de no llevar nunca a la nación de vuelta allí física, económica o políticamente.

What does this mean for us today?

We may not appoint kings anymore. But we do appoint rulers over our inner world. Our choices, emotions, memories, ambitions — they often “sit on the throne” of our lives.

Sometimes past events — traumas, formative experiences, old desires — continue to govern us. These experiences can be valuable if they serve as a springboard for growth. But they must not bring us back to Egypt — to patterns or spiritual places where we no longer belong.

As the Lubavitcher Rebe teaches:

“The surest recipe for success in life and for spiritual self-fulfillment is to eliminate activities, pursuits, or objects that do not further our spiritual growth or the fulfillment of our Divine mission. When we avoid squandering our G-d-given gifts and abilities on unproductive matters, we can focus our energy and talents more fully on productive, purposeful pursuits.”
(Daily Wisdom, Inspiring insights on the Torah portion from the Lubavitscher Rebbe, Volume 3, p 389)

Although there is no explicit Torah commandment for Gentile nations to appoint a king, the general Noahide obligation — included in the sixth law — is to establish a just society. This means Noahides should also strive to appoint a righteous ruler, whether a king, president, prime minister, or other leader, who will uphold justice.

Furthermore, Rabbi Yonatan Shteif (Mitzvot Hashem, p. 453) rules that the prohibition against cursing a leader (a Nasi) applies to Noahides as well. This respect, however, is due only if the leader himself observes the Seven Noahide Commandments.

Rulership in our lives

Each day presents a choice: who or what governs us? Our higher self, guided by Divine will? Or the echoes of Egypt — fear, ego, and worldly desire?

The Torah allows for a king — a structure, a vision, a plan — but only if it serves G-d’s will and not the lower instincts of the people. Leadership, both personal and collective, must point upward.

Final Thought: The King as Elixir

Rabenu Bahia offers a profound insight into the phrase “שום תשים עליך מלך” (“you shall surely appoint a king”):

“The word שום (som) is linked to the word סם (sam), meaning ‘elixir.’ A king is like a medicine: when appointed with pure intention to serve G-d, he becomes the elixir of life. But if chosen for worldly or selfish reasons, he becomes a poison — the elixir of death.”
(Rabbeinu Bahya on Deuteronomy 17:15:3)

Our past must inform us, but not rule us. Let us not turn around and march back into Egypt. Instead, we use our experiences — even painful ones — as tools for ascent. Not a chain, but a ladder. Not a king of flesh, but the sovereignty of spirit.

Por Angelique Sijbolts
Gracias al rabino Moshe Bernstein por sus comentarios.



Textos Mechon Mamre

Copyright, todos los derechos reservados. Si le ha gustado este artículo, le animamos a seguir difundiéndolo.

Nuestros blogs pueden contener textos/citas/referencias/enlaces que incluyan material protegido por derechos de autor de Mechon-Mamre.org, Aish.com, Sefaria.org, Jabad.orgy/o AskNoah.orgque utilizamos de acuerdo con sus políticas.