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Integrar la Torá en la propia vida a través de la reflexión y la conversación puede ser una experiencia increíblemente divertida y atractiva. Es un viaje de descubrimiento, en el que la sabiduría ancestral y las enseñanzas intemporales cobran vida en nuestras experiencias cotidianas. A través de la reflexión, tenemos la oportunidad de sumergirnos en el rico tapiz de la Torá, extrayendo profundas ideas y lecciones que resuenan en nuestras vidas modernas. La alegría reside en los momentos "ajá", aquellos en los que un versículo o una historia de la Torá conectan de repente con nuestros retos, aspiraciones y valores personales. Y cuando participamos en conversaciones sobre la Torá con otras personas, se convierte en una exploración interactiva, en la que diversas perspectivas e interpretaciones mejoran nuestra comprensión. Estos diálogos a menudo despiertan el entusiasmo y la curiosidad intelectual, haciendo que el proceso de aprendizaje sea agradable y satisfactorio. La Torá se convierte en una parte vibrante y dinámica de nuestras vidas, que nos ofrece no sólo orientación, sino también una fuente inagotable de fascinación, conexión y crecimiento.
NOTA: No te sientas obligado a consultar todas las fuentes ni a responder a todas las preguntas, a menos que quieras hacerlo. Incluso una sola fuente o una sola pregunta te dará mucho material para debatir y meditar. Disfrútalo.
Algunas reflexiones sobre Parshat Koraj
La porción de la Torá de esta semana cuenta la historia de Koraj, un hombre carismático pero peligrosamente equivocado que desafió el liderazgo de Moisés y Aarón. Su argumento sonaba noble: si todo el mundo ha sido creado a imagen de Dios y todos compartimos una medida de santidad, ¿por qué debería alguien tener autoridad espiritual sobre los demás?
Pero el resultado de la rebelión de Koraj fue catastrófico. La tierra se abrió bajo él y sus seguidores, tragándoselos enteros. ¿Por qué un castigo tan dramático? ¿Qué hizo que el desafío de Koraj fuera tan peligroso?
La ilusión de la igualdad sin responsabilidad
El error de Korach no fue reconocer que todo ser humano tiene valor. Eso es verdad. Pero utilizó esa verdad para desestimar la estructura que Di-s había establecido, una en la que algunos son asignados para liderar, enseñar y servir en nombre de otros.
Promovía una especie de igualitarismo espiritual..."Todos son igualmente santos, así que nadie debería seguir a nadie". Pero esto no era verdadera humildad ni justicia. En el fondo, la rebelión de Koraj no consistía en dar poder a los demás, sino en resentirse por no haber sido elegido. Su visión habría desmantelado un mundo construido sobre el principio de que algunos deben dar para que otros puedan recibir, y que la verdadera santidad se expresa en la entrega desinteresada.
Por qué son importantes la estructura y el liderazgo
La Torá describe el mundo como uno construido sobre pares: dador y receptor. Este modelo se reproduce en padres e hijos, profesores y alumnos, líderes y seguidores. Incluso entre iguales, alguien debe ofrecer dirección y alguien debe estar abierto a recibirla. El Dador último es Di-s, pero en la sociedad humana, el liderazgo existe para actuar como conducto de un propósito superior.
Moisés no era un tirano; era un siervo. No se elevó a sí mismo, sino que fue elegido por Dios para elevar a los demás. Su grandeza no residía en su estatus, sino en su responsabilidad. Koraj, al rechazar el papel de Moisés, estaba rechazando la necesidad misma de canales a través de los cuales fluye el significado espiritual y, por extensión, la necesidad de un Dios dador que da forma a nuestras vidas momento a momento.
¿Qué significa esto para nosotros hoy?
Incluso fuera de la comunidad judía, la tentación de aplanar todas las distinciones y rechazar la autoridad es fuerte. Pero la sociedad no puede funcionar así. Más profundamente, el crecimiento espiritual exige humildad: la voluntad de aprender, de recibir y de seguir.
Los verdaderos héroes espirituales no son los que exigen títulos, sino los que asumen en silencio la carga de dar. Abraham, el padre de la fe, no exigió honores: abrió su tienda, acogió a extraños y oró por los demás. Ese es el verdadero liderazgo.
Debemos tener cuidado de no confundir rebelión con autenticidad, o independencia con propósito. Hay un momento para cuestionar e incluso para protestar, pero sólo cuando sirve a la verdad, no al ego. Koraj disfrazó su rencor personal con un lenguaje elevado, pero al final se reveló tal como era.
Ahora, reflexiona sobre las siguientes preguntas:
- ¿Rechazo la orientación demasiado rápido, incluso cuando viene de alguien más sabio o con más experiencia?
- ¿Busco responsabilidad espiritual o estatus espiritual?
- ¿En qué áreas de mi vida soy un dador? ¿De qué manera puedo dar más?
- ¿Me molestan las funciones de los demás porque me siento excluido, o puedo ayudarles a hacer lo que yo no puedo?
- ¿Persigo la verdad incluso cuando es inconveniente para mi orgullo o ambición?
Que todos aprendamos de la porción de esta semana que la verdadera grandeza radica en el servicio, no en la autopromoción, y que al reconocer las funciones que se nos asignan, descubrimos el camino más elevado hacia el propósito.
¡Shabbat Shalom!
Por el rabino Tani Burton
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